Hoy tocas dulcemente
su edad de hueso móvil,
su cadera creciente,
sus hombros que te buscan y caminan.
Tiene seis años de estar aquí,
de estar con el rocío.
Su edad es tantas veces un segundo
que ya perdí la cuenta de su llanto,
de sus árboles-ojos y los ruidos
que fecundan y lijan sus oídos.
Tu hija ha crecido.
Con ella está creciendo su muñeca,
su caballo de palo,
sus trenzas de enroscar las buenas noches
y ese corpiño que le pusieron a crecer por dentro
corpiño de riñones, de sexo silencioso,
con pantuflas ladrándole a la almohada.
Tu hija está aquí con su gran animal agazapado.
Con seis años de leche,
de zapatitos rojos y lazos a la espalda.
Sus años de jazmín están creciendo.
Le empujan su garganta,
le alargan las mejillas
y le tejen su traje de mujer y sus hijos
nadando entre la luna de sus ojos de niña.
¡Explendido! Un gusto recordar al más grande de las letras sucreñas. Excelente trabajo de publicación, registro y exposicion del trabajo del señor Rojas Herazo.